Puede que no sea la persona indicada para hablar de raciocinio. Sin duda he tomado muchas malas decisiones obedeciendo a mi cabeza y he dejado muchas cosas incompletas por pensar demasiado, no hablemos de las que directamente nunca se dieron.
Con el tiempo, me he dado cuenta que atender al razón es la posición más cobarde. Lo fácil. Es sencillo tomar una decisión racional porque es la que menos daño nos va a causar, la más probable de llevar a cabo con la total seguridad de que tomes la decisión que tomes.... no hay riesgo.
Pero en el lado opuesto aparecen: el corazón, los sentimientos, el grado de implicación. Ahí es dónde cada uno tiene que sacar su cara más valiente. Dejar de lado los miedos, las inseguridades y la falta de confianza en uno mismo para arriesgar. Para conseguir lo que ansiamos, lo que soñamos y todo aquello por lo que hemos luchado.
Ahora, cuando se plantea un acontecimiento en nuestra vida, es cuando nos planteamos qué camino debemos tomar: razón o corazón?
Tomo el camino seguro o lo arriesgo todo y apuesto por aquello que quiero?.......... Ahí es dónde aparece un viejo amigo mío, el miedo. Él es el culpable de que muchas veces, los humanos, seamos excesivamente racionales y dejemos a un lado lo que nos pide el corazón, pero es que smos así. Somo débiles aunque no queramos, y nos pasan las cosas cuando menos las esperamos
Hasta el más duro, el más fuerte el que cree que ante todo está la razón, el que no sabe y no quiere saber ni se implica porque tiene miedo a tener que pensar más allá de sí mismo; todos al final en un momento dado.... olvidamos pensar "Qué es lo que debo hacer" y pensamos en "Qué necesitamos y deseamos hacer"
T.
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